viernes, 25 de abril de 2014

EL PRÓXIMO DÍA

Hay clubes taurinos, de fumadores, de la pipa, de amigos del rifle, de las nubes, de la bicicleta, de vehículos antiguos, de las orquídeas, del cocido, de la pesca en kayak... Y es maravilloso que en los últimos años hayan proliferado en algunos pueblos y barrios, al abrigo de la biblioteca pública o por iniciativa singular, esos modestos encuentros de mujeres y de hombres que acuerdan leer un libro y que luego se reúnen para hablar de él, de lo que han encontrado en sus páginas, de lo que les llegó de la historia y de lo que no acertaron a captar, de lo que les había sugerido un párrafo o un fragmento, de lo que no está escrito.
Ayer acudimos a una de estas reuniones para compartir experiencias con la decena de miembros del Club de Lectura "El Próximo Día", de Torre-Pacheco, monitorizado o dinamizado o simplemente moderado por el entusiasmo de Carlos Elizalde. Comentamos de tú a tú, sin ninguna solemnidad ni preeminencia, alrededor de una mesa en la que no faltaron una botella y unas pastas, confundidos el autor y los lectores en el soberano placer de la tertulia que se iba generando a partir de los cuentos de La sonrisa del ahorcado, de su variedad de registros y motivos, de su estela de obsesiones. Cuando nos levantamos y miramos el reloj nos pareció imposible que hubieran transcurrido más de dos horas.