[…] Abrumado por su clarividencia, desarmado frente a
una integridad ética fuera de lo común, intenté persuadirla de que sería una
pena privar a los lectores futuros de un talento como el suyo. Ella, entonces,
como si hubiese aguardado siglos para escuchar esas palabras en mis labios, me
miró como a veces miran las mujeres de las películas y me habló así: no es
talento, dijo, sino amor; si lo que escribo es bueno, lo es porque tú me
inspiras, añadió, y precisamente porque tú eres lo único que me inspira, esa y
todas las páginas que me sea dado escribir a tu lado a ti te pertenecen y a
nadie más, son tuyas antes de que nazcan, y solo a ti compete el reconocerlas,
admitirlas y presentarlas al mundo como tuyas, si ese es tu deseo. […]
Fragmento de Discurso del
Nobel
No hay comentarios:
Publicar un comentario