martes, 14 de mayo de 2013

EL ARTE DE LA IMPOSTURA

[…] Abrumado por su clarividencia, desarmado frente a una integridad ética fuera de lo común, intenté persuadirla de que sería una pena privar a los lectores futuros de un talento como el suyo. Ella, entonces, como si hubiese aguardado siglos para escuchar esas palabras en mis labios, me miró como a veces miran las mujeres de las películas y me habló así: no es talento, dijo, sino amor; si lo que escribo es bueno, lo es porque tú me inspiras, añadió, y precisamente porque tú eres lo único que me inspira, esa y todas las páginas que me sea dado escribir a tu lado a ti te pertenecen y a nadie más, son tuyas antes de que nazcan, y solo a ti compete el reconocerlas, admitirlas y presentarlas al mundo como tuyas, si ese es tu deseo. […]

Fragmento de Discurso del Nobel

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